Habìa salido corriendo de la cocina, casi sin escuchar a su mamà:
"Valeria, ni se te ocurra salir a mojarte con semejante lluvia! ¡Acordàte de la tos que tuviste la semana pasada...!"
Pero la voz cantarina de la lluvia que la llamaba a jugar se oyò con màs fuerza que los gritos de mamà.
Apenas puso un pie fuera de la casa, sintiò còmo las gotas se le resbalaban por la frente y seguìan de largo
por la diminuta nariz de poroto y bajaban en hùmedas cosquuillas por todo el cuerpo.
Valeria corrìa con los brazos extendidos, en busca de charquitos para pisar, ¡clap!, ¡clap!, con sus zapatos viejos.
Valeria saltaba y saltaba salpicàndolo todo ¡clap!, ¡clap! al caer una y otra vez.
Valeria corrìa con los brazos extendidos agradeciendo a la lluvia por venir a jugar con ella.
Valeria se acostò sobre la hierba mojada, con la ropa mojada, el pelito pegado a la cara, y, cerrando los ojos, sintiò el suave golpeteo de diez, cien...miles de gotitas en los pàrpados.
Pensò que lloraba de alegrìa.
Despacito abriò la boca y sintiò la frescura del agua con un ligero sabor a menta y manzanilla: glupglupglup, glupglupglup, jugaba con la boca llena de lluvia en la garganta.
El golpeteo de las gotas en sus pàrpados se fue haciendo cada vez màs suave, màs suave, hasta que se esfumò por completo.
Valeria abriò los ojos y con gan desiluciòn comprobò que, allà en lo alto, las nubes eran tironeadas de los pelos por un viento caprichoso que se empeñaba en devolverle al cielo su color celeste.
Valeria se sentò sobre una piedra chiquita, al costado del camino.
Se sentò con la ropa empapada, a esperar, inocentemente, que la lluvia, su amiga, viniera a buscarla de nuevo.
Y Valeria esperaba mientras el calor del sol evaporaba los ùltimos charquitos.
Una làgrima rodò por su mejilla cuando comprendiò que su amiga la lluvia la habìa abandonado. Agachò la cabeza y en ese mismo instante descubriò, en la punta de su zapato, una gotita de espejo de lluvia en la que se veìa a una nena diminuta, con nariz de porotito, que la miraba con ojos sorprendidos.
Valeria le guiñò un ojo, la nena le guiñò el suyo.
Valeria le sonriò, la nena tambièn.
Valeria le mandò un beso volador y recibiò otro al mismo tiempo.
Y se sintiò felìz, porque descubriò el regalo que le habìa dejado su amiga , la lluvia, tan felìz con esa gotita, que continuò jugando con ella hasta que desapareciò bajo los tibios rayos del sol.
Claudia C. Còrdoba. Libros del Quirquincho
Actividad:
Con esta lectura trabajamos con los chicos de 1º grado, sobre los personajes, què parte les gustò màs, què harìan ellos en un dìa de lluvia, se les entregò a cada uno una fotocopia con tres partes del cuento para armar en secuencia ordenada, todo quedò plasmado en el cuaderno.
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