Lamentablemente Elsa Isabel Bornemann, una de las
escritoras más importantes de la Literatura infantil y Juvenil de
Latinoamérica, falleció el viernes 24 de mayo de 2013.
Nació en
Buenos Aires. Fue Profesora en Letras, egresada de la Universidad de Buenos
Aires. Ejerció la docencia en todos los niveles, dictó numerosos cursos y
conferencias, integró variedad de mesas redondas y jurados. Comenzó a publicar
libros para niños y adolescentes en los años 70. Fue una de las más destacadas
escritoras argentinas y recibió por su labor un amplio reconocimiento nacional
e internacional. Recibió numerosos premios. Algunos de sus libros: Un elefante
ocupa mucho espacio, La edad del pavo, No hagan olas, No somos irrompibles, Cuadernos
de un delfín, Lisa de los paraguas…
Pueden leer esta poesía que escribió Elsa y recordarla con una sonrisa.
Poema
al tomate
¡Ay!
¡Qué disparate!
¡Se
mató un tomate!
¿Quieren
que les cuente?
Se
arrojó en la fuente
sobre
la ensalada
recién
preparada.
Su
vestido rojo,
todo
descosido,
cayó
haciendo arrugas
al
mar de lechugas.
Su
amigo Zapallo
corrió
como un rayo
pidiendo
de urgencia
por
una asistencia
Vino
el doctor Ajo
y
remedios trajo.
Llamó
a la carrera
a
Sal, la enfermera.
Después
de sacarlo
quisieron
salvarlo,
pero
no hubo caso:
¡estaba
en pedazos!
Preparó
el entierro
la
agencia “Los Puerros”.
Y
fue mucha gente...
¿Quieren
que les cuente?
Llegó
muy doliente
Papa,
el presidente
del
Club de Verduras,
para
dar lectura
de
un “Verso al tomate”
(otro
disparate)
mientras,
de perfil
el
gran Perejil
hablaba
bajito
con
un rabanito.
También
el Laurel
(de
luna de miel
con
Doña Nabiza)
regresó
de prisa
en
su nuevo yate
por
ver al tomate.
Acaba
la historia:
ocho
zanahorias
y un
alcaucil viejo
formaron
cortejo
con
diez berenjenas
de
verdes melenas
sobre
una carroza
bordada
de rosas.
Choclos
musiqueros
con
negros sombreros
tocaron
violines,
quenas
y flautines,
y
dos ajíes sordos
y
espárragos gordos
con
negras camisas
cantaron
la misa.
El
diario “ESPINACA”
la
noticia saca.
HOY,
¡QUÉ DISPARATE!
¡SE
MATÓ UN TOMATE!
Al
leer, la cebolla
lloraba
en su olla.
Una
remolacha
se
puso borracha.
—¡Me
importa un comino!
dijo
Don Pepino...
y no
habló la acelga
(estaba
de huelga).
Autora:
Elsa Isabel Bornemann